HOY / Efecto colateral

Nacionales Hace 6 minutos Efecto colateral Tenía apenas once años cuando recibió un disparo que lo mató. Estaba en el auto de su padre. Víctor Raúl Espínola Mendoza era uno de esos tantos fanáticos del Rally y ese día fue con su primo Mauro Aguilera y su hijo Víctor Rafael, que tenía 11 años, a participar de la “fiesta tuerca”. Brillaba en él aquella pintura azul, Víctor le tenía un cariño especial a ese recio diesel alemán. Víctor encendió el radio e hizo desfilar la aguja para corregir la interferencia en la frecuencia modulada, quería algo de música para relajarse. Víctor simulaba tocar la batería con los dedos sobre el volante. Para ese momento ya alcanzaba a ver la ruta principal, solo faltaban unas pocas luces rojas de freno en cesar y tenía el acceso libre. El hombre solo atinaba a tranquilizarlo diciéndole que no se preocupe, que todo estaba bien. Lo que Víctor Raúl no sabía, era que el otro conductor estaba armado. Tras el volante de ese Gol estaba el suboficial Rosalino Solís Aranda, un miembro del Regimiento Escolta Presidencial. Ese día estaba de franco y fue a disfrutar al igual que otros del certamen automovilístico. La paz duró unos segundos Para el momento en que Víctor abandonó el mando de su Mercedes, y el militar el suyo, los otros conductores tuvieron que sumarse a la discusión intentando apaciguar. Unos minutos de silencio gobernaron el endemoniado momento, Víctor se regresó a su vehículo y el militar hizo lo mismo. Rosalino solo entró a su auto para sacar una pistola de calibre 9 milímetros. La sostuvo con la mano derecha y luego, con firmeza, extendió el brazo apuntando directamente al vehículo de Víctor. Por instinto miró cómo estaba su pequeño hijo. El niño estaba envuelto en sangre, su cuerpo a un costado sobre el asiento. El instante en que Víctor Raúl se percató que su hijo estaba malherido se hizo eterno. Víctor Rafael falleció en ese mismo lugar. Los agentes de criminalística colocaron reflectores apuntando al vehículo donde estaba el cuerpo del niño. Teniendo en cuenta que el niño estaba sentado en la parte de atrás del acompañante. Víctor no podía controlar su desconsuelo, lloraba sin contención y sus gritos contagiaban la impotencia. Rosalino Solís se presentó ante su superior, llevando la mano a la visera, golpeó al mismo tiempo el talón. En ese mismo instante llevó la mano a la cintura y sosteniendo solo la cacha de polímero de su arma la entregó al mismo de superior de rango. Yo no sabía que ese nene estaba en el auto… —dijo Rosalino mientras jugaba con sus dedos y relataba su versión de lo que ocurrió. —No sabía que el niño estaba ahí doctor, yo solo disparé para amedrentarle. Su familia que lo lloraba a la izquierda y a la derecha la familia que lloraba a Víctor Rafael. ...[Leer más]